Más allá de las prácticas básicas para el cuidado diario de una persona —que incluyen aspectos como la alimentación, higiene, vestido y movilización— el ser cuidador requiere un carisma especial que permita una interacción basada en una relación de profundo respeto, servicio y ayuda mutua, evitando tanto la sobreprotección como subestimar la asistencia necesaria. Cuidar es un arte que integra técnica y sensibilidad, y se debe propiciar que la persona sea lo más autónoma posible.
Entre las virtudes esenciales que debe poseer un cuidador se encuentran: respeto, amabilidad, alegría, paciencia, comprensión, responsabilidad, escucha activa, confianza, empatía, veracidad, confidencialidad, tolerancia, prudencia y humildad.
Cuidar implica considerar y respetar a la persona en su dimensión social, así como corresponsabilizarla en sus actos y decisiones. El cuidador desempeña un papel fundamental para ayudar a la persona a mantener la continuidad de su proyecto vital, sus ilusiones y esperanzas.
En algunas ocasiones, se dispone de recursos para contratar un cuidador; en otras, esta labor recae en los familiares más cercanos.
Desde nuestra experiencia, ofrecemos algunos consejos prácticos para los cuidadores:
Los cuidadores deben contar con momentos de descanso o respiro, necesarios para recuperar energía física y mental y así brindar un cuidado adecuado.
Procurar mantener una rutina regular de ejercicio, y al finalizar la jornada laboral, realizar ejercicios de estiramiento para cuello, brazos y piernas, lo cual ayuda a sentirse renovado.
Alternar las posiciones durante el día, evitando permanecer todo el tiempo de pie o sentado.
Al prestar asistencia, hacerlo de manera ergonómica para evitar lesiones: flexionar las rodillas al agacharse, acercarse lo más posible a la persona al realizar traslados y utilizar herramientas como sábanas de manejo si es necesario.
Solicitar ayuda en traslados que requieran un esfuerzo considerable, para prevenir lesiones corporales.
Explicar siempre a la persona la asistencia que se le va a brindar, incluso si presenta algún compromiso en el área mental o cognitiva, y, cuando sea posible, involucrarla para que participe en la colaboración.
Mantener los medicamentos organizados y verificar que se administren conforme a las indicaciones médicas.
EL ARTE DE CUIDAR A OTRA PERSONA
Más allá de las prácticas básicas para el cuidado diario de una persona —que incluyen aspectos como la alimentación, higiene, vestido y movilización— el ser cuidador requiere un carisma especial que permita una interacción basada en una relación de profundo respeto, servicio y ayuda mutua, evitando tanto la sobreprotección como subestimar la asistencia necesaria. Cuidar es un arte que integra técnica y sensibilidad, y se debe propiciar que la persona sea lo más autónoma posible.
Entre las virtudes esenciales que debe poseer un cuidador se encuentran: respeto, amabilidad, alegría, paciencia, comprensión, responsabilidad, escucha activa, confianza, empatía, veracidad, confidencialidad, tolerancia, prudencia y humildad.
Cuidar implica considerar y respetar a la persona en su dimensión social, así como corresponsabilizarla en sus actos y decisiones. El cuidador desempeña un papel fundamental para ayudar a la persona a mantener la continuidad de su proyecto vital, sus ilusiones y esperanzas.
En algunas ocasiones, se dispone de recursos para contratar un cuidador; en otras, esta labor recae en los familiares más cercanos.
Desde nuestra experiencia, ofrecemos algunos consejos prácticos para los cuidadores: